
Dejé mis vicios de lado, dejé mi otra vida (si es que aquello podía llamarse vida) y como aquél animal que siempre tropieza con la misma piedra, he vuelto a caer, y ahora no sé si puedo (o si quiero) levantarme. Tengo las rodillas ensangrentadas de tanta caída, así que si algún día decido levantarme otra vez (cosa que dudo), usaré coderas y rodilleras por si me encuentro con otros tropezones más duros que este.
Vuelvo a verme solo, vuelvo a NO ver tu reflejo a mi lado en nuestro jardín de espejos cóncavos y convexos, aquellos espejos que nos hacían reír al ver nuestras imágenes deformadas en ellos. Ahora me paseo entre esos espejos, pero me has dejado tan pequeño que ni siquiera logro ver mi imagen en ese inmenso juego de cristales.
Vuelvo a quedarme sentado en las escaleras de mi castillo, echando de menos a aquella chica que un día me hizo creer que vendría a probarse el zapatito de cristal que encontré una noche de baile. Sin saber que ella ya no usa esas “pijadas” porque ahora sale a la calle con unas deportivas Nike de última generación.
Vuelvo a mentirme… vuelvo a decirme a mí mismo que no necesito a nadie, que prefiero estar solo, que estoy mejor así… y sé que me acabará creciendo la nariz como si fuera Pinocho, pero es que mi Pepito Grillo no acaba de aceptar que soy impar, que no estoy hecho para tener pareja, que soy insoportable, inaguantable, insufrible… no puede aceptarlo, no quiere aceptarlo… (pobre Pepito Grillo).
Esto se llegó a su fin. Yo quería quererte y mira cómo he acabado, cruzando a nado la laguna Estigia, porque me daba vergüenza que el Cancerbero supiera que una chica me había mandado al reino de los muertos. De todas formas, no escribiré los versos más tristes esta noche, porque mis últimas lágrimas fueron de alegría y ya no me quedan de las de tristeza… tendré que comprar más, recuérdamelo la próxima vez que coincidamos en la sección de ultramarinos del Carrefour.
P. D. Si quieres seguir jugando… vete a unos recreativos.
GAME OVER.